Felices fiestas

22 diciembre 2011 11:11

En nuestras ganas de desear a nuestros lectores un venturoso 2012
no hemos reparado en gestos, siendo el primero el stack de Delicious
al que se accede en la primera línea desde el link del año.

En un momento en que parecen estar de moda las medidas de gracia,
hemos otorgado un indulto temporal al Sísifo que nos acompaña
desde hace varios lustros (y al que se puede ver trabajando en la portada habitual),
eximiéndole por unas semanas de la tarea de empujar la piedra;
además hemos incluido el detalle navideño más kitsch que podíamos encontrar;
todo ello en la nueva home de las fiestas.


No contentos con eso, he aquí la imagen que hemos utilizado para nuestros seguidores en Twitter:
felicitación 2012.

Feliz 2012, pues, de corazón. Nos reencontraremos ya empezado enero.
Y para que conste, este post colgará de todos los blogs del sitio…

Hasta la coronilla

14 abril 2011 9:09

Estamos ante un género tradicional en el juego político: el pasquín o panfleto que, ideado en la soledad rencorosa, compuesto con pocos medios, multiplicado por la imprenta y difundido con nocturnidad, esparce un mensaje contundente.

Y éste lo es, ya desde su audaz encabezamiento:

DE LA CORONA, HASTA LA CORONILLA

¿No está mal, no? ¿Habrá pesado en este juego de palabras la reciente aparición de la edición hispana del libro de Valéry Corona & Coronilla? (¡en español en el original francés!)

A continuación el anónimo autor esboza los motivos del rechazo de la institución monárquica, en líneas alternas escritas en letra redonda y cursiva. Hay cosas, no sé, normales, propias del discurso agitador, pero otras son un poco raras: la Corona es :

Imprudente en tantos deportes de riesgo.
Folclórica hasta con las corridas de toros.

¿Como que “hasta con”? Si se es folclórico se es, sobre todo, en las corridas de toros…

Acepta regalos, incluso yate Fortuna-tabaco.

El juego de palabras, que brillantemente ha abierto el pasquín, llega a extremos quizás exagerados, como en este versículo con referencias a figuras públicas dudosas relacionadas con la monarquía:

Socia de CONDEnados, se le ve el COLON.

Sí, claro: para que se pille el juego hay que resaltar con mayúsculas… Y acaba la relación con esta doble dilogía encadenada a una frase hecha:

Cara para el bolsillo, cruz para la democracia

Y entonces le damos la vuelta.

¡Pero ahora está en verde! (Bueno: ¿quién había dicho que los impresos tenían que tener el mismo color por las dos caras?).

La alternancia de versículos ahora se desarrolla entre versales y negrita caja baja, pero no por eso disminuyen las observaciones idiosincrásicas, las dilogías y las paronomasias. Incluso se puede inventar un nuevo refrán:

Democracia con reyes, Porsche con bueyes.
[…]
El rey no da golpe desde el 23-F

REY, HOY DE OROS: CUENTAS, NO CUENTOS

De vez en cuando se cuelan dísticos que parecen más bien consignas de manifestación, rima incluida:

Queremos un pisito como el del principito.
[…]
Mandar callar, negocio real,

Y termina con una consigna, que es además resumen del documento, en versales de cuerpo mayor reforzadas por la negrita y el subrayado (es decir: gritar más no se puede tipográficamente), por el doble signo de admiración. Ah: y por la duplicación del adverbio…

¡ESPAÑA, YA, YA REPUBLICANA!

Que tengan ustedes un feliz 14 de abril.

soporte: papel
tamaño: 11,5 x 7,5 cm
medio: coposición
reproducción: impreso a dos tintas
fijación: ninguna: encnotrado en el suelo
lugar: Madrid, inmediaciones del Parque de la Fuente del Berro
fecha: 30 de marzo del 2011
agradecimientos:
publicación primera esta web

Putas chinas

06 marzo 2011 20:20


[1]

Dentro del subgénero “Advertencias” que abunda en estos mensajes de farola, desde hace dos años se ven por toda Barcelona pegatinas y pintadas que avisan con estilo algo telegráfico del peligro de contagio por la prostitución asiática, es decir:

 

[1]
AVISO · Putas
· SIDA· CHINAS
en pisos · mi amigo
muy· grave
Fora

 

[2]
· AVISO ·
Putas · CHINAS
· SIDA etc. etc. c/Aragón · Tuset · Brut
8 Tíos graves

 

[3]
AVISO
PUTAS · CON SIDA
Y ROBAN · FORA

 

[4]
AVISO
Fora

OJO
AVISO
Putas
SIDA ETC. ETC.
CHINAS

en pisos
mi amigo
muy
enfermo

 

[5]
Fora
PUTAS en PISOS
CHINAS
SIDA
E.T.C.


[5]

[6]
PUTAS · FORA
CHINAS · SIDA
en pisos

[7]
en pisos
Fora CHINAS
Putas SIDA
ETC ETC
9 Tíos graves


[7]

[8]
Fora
Putas CHINAS
12 Tíos · graves
SIDA
ETC.
ETC


[8]

Estos son los elementos básicos, pues: putas (A), sida (B),  chinas (C) y víctima(s) (D). Ah: y el curioso “Fora” (F). Los carteles, dentro de su telegrafismo, desarrollan toda una combinatoria de los elementos, que les otorgan una curiosa estructura modular:

ABCDF
ACBD
ABF
FABCD
FACB
AFCB
FCABD
FACDB

“Putas”, en versales o con una ¿respetuosa? mayúscula, es, pues, casi siempre el elemento primero. El más frecuente a continuación, “sida”, en cinco casos [2, 4, 5, 7, 8] está seguido de “etc.”, o incluso de “etc. etc.” (esta reduplicación no está ausente en otras flores). Dada las siniestras connotaciones de la palabra misma, aterra pensar en sus posibles adherencias.

La precisión “en pisos” aparece en todos menos en [3 y 8]; mi lectura es: “no son putas callejeras” . En [2] el dato no consta explícitamente, aunque sí figuran nombres de calles. La coda “y roban” sólo aparece una vez: claramente no es es objetivo prioritario de estos avisos.

Siete de los ocho carteles recuperados (dos de ellos pescados en blogs ajenos: véanse los Agradecimientos) contienen la palabra “Fora”. En catalán significa “fuera”, pero no sé por qué me parece más bien algo así como una firma (?!): los carteles están únicamente en castellano. Y “Fora” aparece en cualquier posición: al principio o al final.

¿Por qué el autor se molesta en escribir estas advertencias (“Aviso” aparece en cuatro de los ocho ejemplos, y en el [4] figura dos veces)? Claramente, para alertar de los males que se derivan del trato con  estas trabajadoras del sexo: transmiten una enfermedad terrible, y que ha afectado a mucha gente (“8” o “9” o “12 Tíos graves”, depende). Y no sólo a estos “Tíos” genéricos —por cierto, con mayúscula, como “Putas”—, sino a alguien próximo: “mi amigo muy enfermo”, “mi amigo muy grave”. Este testimonio del mal causado, cuando aparece, cierra casi siempre los mensajes, igual que “Putas” los abre. El orden sintagmático va de causa a efecto, y entre medias, sin orden fijo, están los accidentes…

¿Puede el dolor ante la desgracia próxima lanzar a una cruzada para evitar la ajena? Sí, puede. O al menos, esa ha sido mi lectura de estos carteles…

 


[4]

NOTA: a 21 de marzo del 2011 he añadido el ejemplo 6, visto el día anterior, y he ajustado en consecuencia la redacción.

Y OTRA: a 12 de mayo del 2011 he añadido el ejemplo 7, visto pocos días antes, y también he ajustado en consecuencia la redacción.

MÁS: a 6 de enero del 2012 he añadido el ejemplo 8, capturado a finales de octubre, y he adaptado el texto.

soporte: papel [1], pintada directa el resto
tamaño: variado
medio: manuscrito
reproducción: rotulador
fijación: pegado [1]
lugar: Barcelona, distintos lugares del Raval y proximidades
fecha: entre marzo del 2009 y marzo del 2011
agradecimientos: Cosas que hacer en Barcelona [2], Instituto de Estudios Solarísticos [3]
publicación primera esta web

Felices fiestas y buen 2011

21 diciembre 2010 23:23

Tal que aquí

Culebrón de turno

12 noviembre 2010 9:09

Hay comienzos que ya le titulan a uno el trabajo:

ME ACUSAN POR DINERO, LOS R. SE QUITAN LA CARETA
Y LOS L. SE LA PONEN

(CULEBRÓN DE TURNO) Capítulo #1

Así rezaba un gigantesco cartel que a finales del siglo pasado se podía ver pegado en una de esas cajas metálicas pintadas de verde que en muchas de nuestras calles esconden arcanos complejos de conductores eléctricos o cables de control semafórico. Y seguía:

A QUIEN PUEDA INTERESAR:

¡Fantástico! He aquí una “Flor de caja de registro” que hace explícito el pacto básico del género: el texto se ofrece, no con la obligatoriedad de lectura que posee el decreto o el bando municipal, sino dejado al más abierto de los impulsos: el interés (pariente cercano de la curiosidad). La formula es antigua, y suele preceder a denuncias y declaraciones quizás de ámbito privado, pero que pueden no carecer de importancia para otros.

El texto corre en decenas de larguísimas y apretadas líneas (la cita inmediata, por ejemplo, se extiende a lo largo tan solo dos líneas). Aunque el cartel ha sido sin duda compuesto e impreso en una imprenta, se han dejado aparentemente a la autora todas las decisiones sobre caja y cuerpo de letra, así como la corrección, y el resultado es difícilmente legible y abundante en errores ortotipográficos y de puntuación (que he enmendado en mis transcripciones):

La historia empieza cuando a los dieciocho años de edad, después de haber sido golpeada por mi padre al haber llegado a casa de madrugada, ya que estuve con mi, por entonces, novio Eugenio R. decidí fugarme. Lo hice a los pocos meses. Me fui, primero, a París, donde él vivía y luego vine a Barcelona.

“La historia empieza”… Se nos ha prometido un culebrón, y eso tenemos desde el principio: malos tratos, novios, fugas… El núcleo —ya es hora de decirlo— es un conflicto de herencias, de mezquindades y de desgracias. La narradora y protagonista sufre las insidias de sus dos ramas familiares, los R. y los L. (que yo he velado púdicamente con sus iniciales, igual que ella vela el apellido de su antiguo novio, “Eugenio R.”). Es sabido que el nombre de culebrón alude a la longitud de estos relatos televisivos, repartidos en infinidad de entregas, pero sin embargo aquí tenemos un solo (y extenso) capítulo, al que no sabemos si seguirá alguno más…

Los hechos son simples: a la muerte del padre, la madre le propone un arreglo sobre la herencia, que la narradora acepta apresuradamente, por circunstancias difíciles de su pareja. Cuando quiere retomar el control de su capital, aparecen las dificultades:

[…] sólo sirvió para que al ver mi afán de información sobre mi patrimonio me pusieran una demanda de incapacitación ante el Juzgado de familia acusándome de paranoia y luego me ocultaran las cartas que llegaban del juzgado para que yo fuera declarada en rebeldía.

A todo esto, van apareciendo por doquier tragedias cotidianas: cánceres, una amputación, un perro enfermo, problemas con la bebida:

El hecho que desde hace casi 5 años consumo un poco más de alcohol de la norma, lo que no me ha impedido hasta ahora realizar lo comentado ni tomar decisiones, les hizo creer que tenían el caso ganado.

La narradora es culta; sabremos a lo largo del texto que tiene estudios universitarios, en la rama de psicología precisamente. No carece de ironía (como demuestra al calificar su propia vida de “Culebrón”). Ha vivido en diversos países, y parece dominar perfectamente el mecanismo legal en el que está inserta (o por lo menos, maneja con soltura su vocabulario):

Mi intención era ejercitar la venta de la plena de mi patrimonio y transaccionar en la manera legal mi nuda y sus indivisos a mi madre.

Prosigue la narración de hechos dudosos: denuncias de los familiares, traición de la abogada… Claramente el relato se propone poner del lado de la narradora al transeúnte lector, que es presumible que sea vecino de la misma ciudad en la que viven sus familiares. La autora, por su parte, aprovecha para execrar a los suyos:

Reniego de mi familia de origen; si no cambio mis apellidos, como también es mi intención, es porque no estoy segura de que me dejen disponer del tiempo legal para hacerlo. Estoy muy jodida sabiendo que los que han arruinado mi vida, mis parientes primer grado, lo han hecho por dinero.

Hemos tenido que esperar a siete líneas del final para que aflore, entre hojarasca legal y manso relato de desdichas, toda la ira acumulada: “Estoy muy jodida”.
Y el documento concluye elevando el tono tipográficamente con la negrita:

Y para que conste firmo la presente, en plenas facultades y uso de mi albedrío, este registro de mis voluntades antes de que mis derechos civiles me sean usurpados por intereses económicos de los que creía actuaban de buena fe. Barcelona a 28 de septiembre de 1999. Montserrat R.L., DNI ********. Firmado [ilegible]

¡“Y para que conste”! ¿Para que conste ante quién? ¿Ante el apresurado transeúnte que sale del supermercado vecino? ¿Ante el empleado de limpiezas que en veinticuatro horas arrancará el cartel? ¿Ante la Historia? Montserrat, como muchos otros, cree en la fuerza del testimonio: lo emite, lo cierra con su nombre y los apellidos infames (los únicos que tiene), el número del DNI (que le otorga carta de existencia legal) y por fin el garabato de su firma.

soporte: papel
tamaño: tal vez 80 cm de ancho
medio: composición
reproducción: imprenta
fijación: pegado sobre la caja metálica de algún servicio eléctrico
lugar: Barcelona, Carrer d’en Xuclàs junto Pintor Fortuny
fecha: 15 de octubre de 1999 (es decir, dos semanas después de la fecha en que está firmado)
agradecimientos: A Rafael Millán por el tratamiento y montaje de mis fotografías parciales en un conjunto legible
publicación primera En la versión en libro de esta sección, 2006

Vuelve “Flor de farola”

05 septiembre 2010 12:12

“La calle encuentra sus propios usos para las cosas”,
William W. Gibson, Quemando cromo.

En 1981, andando por la Gran Vía madrileña, me sorprendió, pegado en una farola, un curioso cartel . No era una publicidad, tampoco era la demanda de un piso por la zona, o la noticia de un gatito perdido, como a veces se ven. Era otra cosa. Pero ¿qué, exactamente? Lo despegué con todo cuidado y me lo llevé, pensando que ya lo iría averiguando…

Desde entonces me empecé a fijar más en ese tipo de carteles, y poco a poco fui reuniendo una colección. Eran piezas extrañas, cuya forma de escritura y difusión hacían plantearse preguntas sobre la naturaleza y propósitos de sus autores. A veces integré alguno de ellos en mis cuentos, como forma de penetrar en la psicología de quienes los habían creado (Por ejemplo, “El que me envía”, en Sobre las brasas, Sirmio, Barcelona, 1988).

A finales de 1995 fundé mi propio sitio web, y pronto descubrí que podía servir perfectamente para explotar (o compartir) mis obsesiones, y se me ocurrió comentar allí algunos de los hallazgos que había hecho. Empecé por el primero que encontré, y continué con los que me parecieron más jugosos. En abril de 1998 ya había publicado cinco entregas, y desde entonces he venido publicando otras irregularmente. El orden de escritura, y por tanto de aparición en mi web, no era exactamente el de su hallazgo, porque los iba haciendo a medida que me apetecían y alguno tuvo que esperar cinco años hasta ver su glosa en línea. Con estos textos inauguré una práctica nueva para mí: escribir directamente en el programa de creación de páginas web… Hoy se encuentran todavía donde nacieron, en http://jamillan.com/razn.htm.

Titulé la sección Flor de farola en homenaje al primer especimen de mi colección y a su soporte más frecuente (y, ¿por qué no decirlo?, por la bonita aliteración del nombre). En su primera publicación en la Web la encabezaban los siguientes párrafos:

Nunca una sociedad abierta ha sido más estanca, nunca la transparencia ha resultado más opaca, nunca hemos estado más solos en medio de más cantidad de otros. Los libros se escriben sobre los libros, los medios se alimentan de los medios, y los juzgados y tribunales viven de tribunales y juzgados. Las mediaciones con el Poder exigen el dominio de la comunicación (ya sean denuncias, “cartas al director”, o simples explicaciones), y la comunicación la detentamos unos cuantos. O uno está dentro o está fuera. Casi todos están fuera.

Qué queda, entonces? Hay quien, sencillamente, se vuelve loco. Pero alguno empuña el bolígrafo, la máquina o la imprenta y vomita sus iras, sus esperanzas. Sale de madrugada y lanza los pasquines por las calles, los pega en las farolas, para que el mundo entero los vea.

En el momento en el que escribí esta presentación, la mayoría de los ejemplos recolectados eran escritos reivindicativos, quejas o peticiones (aunque a veces no fueran muy claras…). Luego el ámbito se amplió a otros géneros, en el multiforme diálogo textual que se establece en las calles de la gran ciudad, o que incluso salta a las páginas de los periódicos, pero siempre mantuve el texto inicial.

Todos los ejemplos que iba comentando tenían en común el ser mensajes marginales, que hacían un uso anómalo de las convenciones dominantes (ya fueran éstas estilísticas, tipográficas o pragmáticas). Los análisis que iba haciendo sobre ellos continuaban en cierta manera el ejercicio de comentario de libros periféricos que había abordado entre 1987 y 1990 en una sección titulada Rosas y puerros en las páginas de Diario 16 y que luego habían aparecido en forma de libro (Húmeda cavidad, seguido de Rosas y puerros, Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1996).

Los ejemplos recopilados a lo largo de estos años pertenecen mayoritariamente al género de la “denuncia”: exponen agravios, reales o imaginados, con el fin de obtener justicia, causar un perjuicio a los presuntos responsables o simplemente dar a conocer los hechos. Otros son llamamientos a algún tipo de reforma, por lo general espiritual. Unos pocos constituyen ofertas de bienes o servicios, pero están aquí porque se sitúan al margen de los cauces establecidos. Un subgénero muy característico es el del diálogo con posibles transgresores del derecho de propiedad, que puede tomar entre otras la forma de amenaza. Por último, hay documentos de propósito ignoto…

Las piezas se han encontrado en espacios públicos: edilicias (farolas, cabinas, …), paredes, automóviles, transportes públicos, etc. En los espacios liminares (ventanas, vallas, portales) se sitúan precisamente los que velan por la seguridad de los límites. De lo marginal de su naturaleza da cuenta el hecho de que casi la mitad son manuscritos y prácticamente un tercio son obras originales (ni reproducidas ni fotocopiadas). Sin embargo los autores de más de la tercera parte acudieron a una imprenta para hacer sus mensajes…

Una parte importante de este tipo de comunicaciones se ha ido desplazando hacia la Web, y en algunos casos han convivido bajo las dos formas. El uso masivo de Internet, ¿supondrá el fin de mensajes callejeros como los aquí recogidos? Lo dudo mucho: los creadores de estos textos no son mayoritariamente del tipo de persona que tiene acceso a la Red, y para los fines de la mayoría siempre será mayor el impacto de una denuncia colgada en los muros de su barrio que allá lejos, en el ciberespacio…

La verdad es que durante estos años he disfrutado mucho escribiendo comentarios a estos documentos, y mis lectores virtuales al parecer también, a juzgar por las opiniones que me iban llegando. Jamás se me habría ocurrido ver estas páginas en papel, y de hecho sus entregas llevan desde muy tempranamente la advertencia de que “Esta sección inédita es exclusiva de la web”. De modo que primero me sorprendió y luego me halagó mucho la invitación del editor de Melusina, José Pons, a convertirla en libro (Flor de farola. Los textos del margen, 2006). Aún se pueden leer por aquí cosas que se dijeron de él…

Para terminar añadiré algo sobre la ocultación de datos en la reproducción de originales y los comentarios. Los nombres de los autores o personas citadas se han omitido, o reducido a siglas. Las señas, apartados de correos, direcciones electrónicas o teléfonos se han borrado también (con alguna excepción, como “Mensaje en una cabina“). La razón es clara: detrás de cada uno de esos documentos hay personas reales, y no se trata de causarles ningún problema. No se sabe nunca hasta dónde pueden llegar las cosas: recibí un día un correo electrónico de un hombre que decía que su esposa le había abandonado, llevándose a un hijo, para unirse a un grupo de seguidores de M***, la autora de “Difusión nacional“, y me pedía un contacto con ella. En ese momento aún dejaba en la web algunos nombres sin ocultar…

Y poco más: la difusión de la Web y de la fotografía digital en los últimos años han aumentado las recopilaciones de todo tipo de producciones informales (en páginas gratuitas de alojamiento de imágenes, como Flickr, o en libros, como las producciones de la editorial argentina Cartele). También hay blogs dedicados a los mensajes callejeros, como el excelente Prohibido fijar carteles o ¿Dónde pongo mi cartel?. Las publicaciones sobre lo que hoy se llama “cultura escrita” también han experimentado un gran auge (basta pensar en la revista española Cultura escrita y sociedad y en la argentina Páginas de guarda). Me gusta pensar que estos trabajos míos realizados a lo largo de muchos años, y por puro placer, se adelantaron a estas tendencias…

Creo que el análisis demorado de estas creaciones informales, situadas en los márgenes del sistema de expresión y difusión dominante, dice muchas cosas sobre la apropiación de la escritura por parte de nuestra sociedad. Para mí, que provengo del mundo de la producción reglamentada de textos y de su estudio formal, ha sido muy satisfactorio comprobar la fuerza que gente común puede poner todavía en la palabra escrita, y las esperanzas que deposita en ella. Ambas nos ponen en contacto con la época en que el escrito era un poder que obraba por sí mismo, y que esta época de sobreproducción inane nos ha hecho olvidar.

[Hasta aquí, adaptación del prólogo de la edición de Melusina, 2006]

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De modo que, treinta años después de mi primer hallazgo, quince después de su inclusión en mi web, y cinco tras aparecer en forma de libro, he aquí el blog que seguirá recopilando flores de farola.