Quiso ganar el concurso literario
a toda costa, pero el jurado calificador sólo le otorgó una mención. Su furia
desatada enfiló contra la coordinadora quien protegió a sus colegas plantando
cara y exigir: —Debes respetar la decisión inapelable del jurado. Las
bases del concurso así lo establecen.
No atendió el razonamiento y
durante décadas hostigo, vociferó y buscó desprestigiar a quien trataba de
mostrarle la realidad, con acusaciones incluso de robar su poesía, hasta que la
Jueza Sexta de Violencia contra la mujer le comunicó que había ganado el
concurso al poeta desubicado.
Desde entonces va por las calles
juntando letras con lágrimas y hojas caídas de los árboles, para luego reclamar
a los pañuelos y al viento el plagio de sus versos.
Fotografía: http://comunicadoresambgracia.com/2018/02/20/fulles/
El día 22 de noviembre de 2017 fue presentada la novela Äniela Buda"escrita por Olga Fuchs en la librería Kalathos en Caracas bajo el auspicio de la embajada de Polonia en Venezuela.
Las palabras de presentación estuvieron a cargo de la Lic. Lissette Bisogno:
" Al relatarnos la vida
de Aniela Buda, Olga Fuchs lo hace a la vez con pasión y sobriedad, con
fidelidad a la ambientación histórica y geográfica, y con una lupa que nos
asoma al alma de los personajes de esta novela, dándoles voz propia. Se trata
de una suerte de calidoscopio que nos lleva de lo cotidiano a lo
extraordinario, de lo local a lo universal, de lo general a lo personal, y de
lo superficial a lo íntimo.
Tras haber disfrutado
de una infancia y juventud de comodidades en un ambiente familiar, refinado y
próspero, Aniela y toda su familia, su esposo, padres, hijos y hermanos, se
vieron atrapados en el terror de la invasión nazi de Polonia y la segunda
guerra mundial, tras la cual, cuando creían estarse recuperando, los comunistas
a asesinaron a su esposo, y la despojaron de todos sus bienes, así como de la
última esperanza que tenía para permanecer y vivir en paz en su país natal. En
medio de ese desconsuelo, Aniela sacó fuerzas del amor por sus hijos para huir
de la pesadilla soviética hacia la libertad, llegando a Venezuela, donde vivió
hasta su muerte en 1977.
Aniela nunca quiso hablar
con sus hijos de esa experiencia del pasado; por el contrario, apenas cuando
presintió que se acercaba al final de su vida, decidió entregarles sus
recuerdos: documentos, fotografías, cartas, que guardaba en un cofre cuya
existencia ellos desconocían. Egon, el menor de sus tres hijos, se volcó
durante varios años a la tarea de estudiar ese legado para complementar la
historia que con tanto celo su madre había mantenido en discreción. Logró
contactar familiares en América y en Europa, para luego visitar Kamien, el
lugar que su madre llamó hogar hasta que decidió partir para siempre. Egon
recogió todos estos sucesos en una monografía que entregó a Olga para que ella
usara esa información factual y le diera orden de redacción y estilo, pero
luego el proceso fue avanzando y nutriéndose con la propia investigación e
imaginación de ella para transformarla en una biografía novelada. Ni él ni sus
otros familiares pudieron quedar más satisfechos. Así Olga nos pone en contacto
con Aniela, y nos lleva de la mano por momentos cruciales de la vida de ella y de la
Polonia de esa época.
Aniela quiso mantener
las heridas del pasado en el pasado, quizás porque el futuro de su familia
ocupaba su atención y entrega, por encima de cualquier otra consideración. Pero
en realidad nunca nos desprendemos de los eventos que han marcado nuestra
existencia. Seguramente por eso Aniela no se deshizo de sus recuerdos.
Leo (del preámbulo):
“Frente al entretejido
de recuerdos alegres y tristes, hice todo lo posible por escapar de los
horrores, aunque el enemigo me alcanzara, repetidas veces. Ahora sé que en ese
entretejido estamos amarrados a nuestros enemigos y que ellos tampoco pueden
escapar de nosotros… A menos que en nuestro camino nos acompañe la poesía”.
Y eso es exactamente lo
que hace Olga Fuchs en su narrativa, pues no sólo desarrolla sus propios
valores estéticos, sino que además se acompaña de la obra de la poetisa polaca,
Nobel de Literatura, Wisława Szymborska, embajadora por excelencia del sentir
polaco. Por ejemplo, inspirada en su poema, “La mujer de Lot” que incluye,
Aniela nos dice (de la pág. 62):
“Yo
seguí corriendo, arrastrándome y trepando hasta que la oscuridad cayó del
cielo. ¿Qué es una estatua de sal? Es un alma incapaz de renunciar, que se
detiene en el tiempo. Es un alma edificada con miedos.”
Olga nos muestra cómo
Aniela tuvo que enfrentar sus miedos y avanzar, con ellos y a pesar de ellos,
hacia donde su intuición la iba guiando.
En el proceso, nos deja
imágenes escalofriantes de la guerra y las reflexiones que podemos derivar de
esa tragedia
Leo (de la pág. 250):
“-Padre
¿va a enterrar a Igor al lado de su asesino?
“-
¿Qué más da? Ambos son víctimas del odio, uno en mayor medida que el otro, es
cierto, pero el resultado del odio es éste, reducción a cadáveres. Sólo eso. Lo
que debemos aprender es lo inútil de no sanar el odio o el resentimiento… Y
continuó con la sepultura.”
En otros pasajes,
sentimos la nostalgia de Aniela por su pasado… Leo (de la pág. 120):
“Me
moví hacia el butacón al fondo de la habitación, me acurruqué y mi mente voló
hasta el abrazo tierno de mi padre, hasta los manjares hechos por mi abuelo,
hasta los almohadones de mi dormitorio de soltera donde acuné mis ilusiones y
escribí algunos versos. Eran imperfectos. Algunos hablaban de renuncias. Hoy
creo que se han convertido en una realidad terrible. Cuán difícil es renunciar
a todo lo alcanzado. Renunciar a la ciudad que has construido, porque la vida
de cada quien es una ciudad, con calles y casas, con un tramado de sueños, de
claridades, techos rotos y rehabilitados, de lluvias y sequías, de alegrías y
enojos, ¡Cuán difícil es lograr el desapego!
Olga le da voz a los
hijos, tornados en personajes también y les da voz en que en primera persona y nos involucran en sus
sentires y padecimientos.
En definitiva, esta
novela es un homenaje a todos aquellos que han sufrido la devastación de una
guerra, o una tragedia personal, se han levantado, sanado sus heridas, y
continuado".
Celebramos el bautizo
formal el día 14 de septiembre de mi novela "Aniela Buda" en petitte
comité debido al paso del huracán Irma por Miami. Inicialmente estaba pautada
la presentación para el día 7 de septiembre, como canta el dicho "contra
viento, trueno o marea ... o huracanes" celebramos el rito con autentica
vodka polaca. Estuvieron presentes y acompañándome Elizabeth Guía, Susan
Souki, Carlos Souki, Gabriela Romanno y Miguel Ángel Maturén.
Suma de
búsquedas
©Olga Fuchs
Salamanca ha
marcado mi inicio de errante
Quizás sea que me han alcanzado
mis ancestros hebreos
Deambulando
por las noches callejeras de esa ciudad
Moldeadas
en piedra fría suavizadas por la música de juglares
Que
en violín, guitarra y acordeón
Acompasaron
la titilante luz del farol
Bañada
en cervezas, vino y aguas
Y la ronda del centinela urbano
Vigila,
vigila, vigila
Que no sea traspasado el límite
Remedo
de persecuciones de guerras terribles
En las que
las notas de libertad eran prohibidas
Gad, Adina, Asher, Haim, Miron,
Varda, Liliana, Margalit
Con la poesía musicada de Meskin
Se han situado a mi lado para acompañarme
en estos trances
Pero también para solicitar de mí
una traducción simultánea
De estos tiempos y de esta tierra
castellana
Tiempos
iniciados de viajes y de reacomodos fuera de un país al que pertenezco
Cuya
claridad tropical me inunda aún lejos
Atlántico
de por medio
Antes
surcado por abuelos hebreos, luteranos y católicos
Ahora
yo en regresos
Soy
suma de credos
Suma
de búsquedas
Suma search
©Olga Fuchs
Salamanca
has marked my start wandering
Perhaps I have reached my Jewish ancestors
Nights wandering the
street of the city
Molded cold stone
softened by the music of minstrels
That violin, guitar and
accordion
They tempo for the
flickering lamplight
Bathed in beer, wine
and water
And the round of urban
sentinel
Watch, watch, watch
That is not
crossed the line
Shadowing persecution
of terrible wars
In which the notes were
forbidden freedom
Gad, Adina, Asher Haim, Miron, Varda, Liliana, Margalit
With poetry to music Meskin
They have located me to join me in these trances
But also to ask me a simultaneous translation
In these times and in this land of Castile
Time travel initiates
rearrangements and out of a country to which I belong
Whose tropical clearly
still fills me away
Atlantic through
Before Hebrews crossed
by grandparents, Lutherans and Catholics
Now returner
I am sum of faiths
Suma search
Ilustración: Olga Fuchs
Marzo 2017

La Térmica ha
presentado desde el 15 de octubre de 2016 la exposición inédita en España
“Malkovich, Malkovich, Malkovich: Homenaje a los maestros de la fotografía” del
prestigioso fotógrafo norteamericano Sandro Miller, un fotógrafo
estadounidense reconocido por su trabajo publicitario y especialmente por su colaboración con el
conjunto “Steppenwolf Theatre Company of Chicago”. Este proyecto ha sido
producido por diChroma photography y ha
permanecido expuesto al público hasta el
29 de enero de 2017.
La Térmica es un centro de creación y producción cultural contemporánea
situado en la ciudad de Málaga gestionado por la Diputación. Como foco cultural
y social impulsa la creación y la difusión artística. La Térmica da cabida a todas las formas
de expresión artística, desde las artes escénicas a la moda, pasando por el
cine, las artes plásticas, la música, el diseño, la arquitectura, el urbanismo,
el paisajismo o el pensamiento, programas de residencias, talleres, formación y
apoyo a creadores y emprendedores con aportación de recursos económicos,
técnicos y humanos necesarios para garantizar el crecimiento profesional de los
participantes.
Miller, en
2013, ideó el proyecto que consiste en una selección de 41 de las más
memorables fotografías del siglo XX con el ingrediente de la reinterpretación.
Decidió que dicho “performance” fuera protagonizado por el actor John
Malkovich, quien es uno de los grandes actores norteamericanos del siglo XXI, como sujeto en cada imagen. Así, apreciamos cómo
Malkovich, muta desde Salvador Dalí hasta Meryl Streep con soltura, ya que
tiene una gran capacidad de transformación en diferentes personajes, en este singular homenaje a la historia de la fotografía. Pero
ahí no finalizan estas consideraciones, porque se hacen evidentes aspectos subyacentes
a las imágenes presentadas: Miller desafía a
Roland Barthes y a Michael Fried.
Según Roland Barthes en “La Cámara Lúcida” el “punctum” vendría dado por la
fascinación, por la emotividad, que provoca una respuesta en el espectador, por
algo que no se busca, sino que sale de la escena para "punzar" a éste.
Son elementos que se incorporan al azar en la imagen y se encuentran en fotos
que no están conscientemente hechas. Basta con verlas, para percibir esa
punzada en pleno rostro. Se dan siempre dentro de un encuentro azaroso, nunca
premeditado. Sin teatralidad. Para Barthes el hecho de posar es un elemento teatral.
Al hacer que Malkovich pose
frente a su cámara, Miller, altera el interior de de las fotografías elegidas
para la alquimia y Malkovich se posesiona de la escena, se altera a sí mismo,
se fabrica otro cuerpo, y se transforma con anterioridad en imagen, y
manifiesta: “También soy distintos mirar, soy el que creo ser, el que quiero
que otros crean que soy, el que el fotógrafo cree que soy, y aquel quien yo
quiero ser”.
Por otra parte se presenta la posición de Michael Fried: “El punctum está latente en las fotografías
contemporáneas para brotar de ellas, revelarse por medio del inexorable paso
del tiempo”.
Miller juega con la teatralidad al impulsa una continua imitación, sin
cesar, lo que da lugar a la creación de una impostura (teatro), añade numerosas
capas de pátina, otorgada
inexorablemente por el tiempo a las fotografías seleccionadas y de vieja
data, y así oculta el “punctum”, antes latente, y le impide revelarse. Miller
desafía a Roland Barthes y a Michael Fried, al “punctum” y al tiempo.
Ahora bien, el resultado que se impone de este reto, remitente a la
escena del enfrentamiento entre el protagonista de “Dangerous Liaisons” el vizconde de Valmont (John Malkovich) y caballero Raphael Danceny (Keanu Reeves), es que el gran
vencedor, a diferencia de la citada interpretación, es Malkovich pues confronta
al espectador con el argumento contundente
de su actuación y dice en cada fotografía de la muestra:
— Touché.
Fotografía original Dorothea Lange "Migrant mother" (1936)
Fotografía original Andy Warhol “Green
Marilyn” (1962)
Fotografía original Philippe Halsmann “Salvador
Dalí” (1954)
Fotografía original Horst P. Horst “Mainbrocher
corset”(1934)
Fotografía original Annie Leibonitz “Meryl
Streep” (1981)
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